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lunes, 23 de abril de 2012

Segunda Reflexión-Impacto de la Nueva Ley del Trabajo en los entornos laborales actuales

SEGUNDA REFLEXIÓN


Cuál es el impacto de la promoción de una nueva Ley del Trabajo, bajo los paradigmas estudiados en el marco de la planificación y desarrollo del talento humano? Cuál es el efecto en los entornos laborales actuales?



Segunda Reflexión
Por : María Alejandra Terán
C.I: 11.611.770 


La reforma de la Ley del Trabajo ha sido un tema puesto en el tapete de la discusión pública. Tal vez evaluar su impacto aún sea apresurado,  porque el contenido no es definitivo. Lo que de manera subrepticia se ha colado nos lleva a aseverar que entre  los temas que más preocupan son los referentes a la reducción de la jornada laboral, la retroactividad de las prestaciones, la creación de un fondo nacional para las mismas y la inamovilidad laboral. No cabe la menor duda que todos apostamos a una mejora en la calidad de vida; pero la única manera de que esto sea sostenible es que sea producto de una política integral que garantice también las condiciones para que los empleadores puedan sustentar esas mejoras; no es posible garantizar un empleo estable si no hay quien lo pueda generar.
En ese orden de ideas, es útil traer a colación las cifras oficiales emitidas desde el Banco Central de Venezuela (BCV) desde donde es posible verificar datos en relación a la industria privada, datos, que reflejan que se ha comenzado el año lentamente e incluso, con caídas importantes en sectores clave como alimentos, prendas de vestir y sustancias químicas. Al contrastar la producción de enero de este año con el mismo mes de 2011 la industria, en su conjunto, muestra un pequeño avance de 0,4%, pero la elaboración de alimentos y bebidas registra un importante declive de 6,9% y se ubica en lo más bajo desde 2007. Y es que, un país con una alta incertidumbre no puede ser buen blanco de inversiones; el asunto se agrava cuando las industrias estatales, han demostrado su incapacidad de desarrollar el aparato productivo nacional, lo que nos esclaviza hacia elevados índices de importación en diversos rubros  básicos.
Tras el marco descrito, es entendible la situación de desconfianza y alarma que se manifiesta en todos los niveles en relación al panorama que dibuja la reforma de la ley del trabajo, sobretodo en una año electoral, pues es historia conocida la manipulación a que pueden someternos nuestros gobernantes en función de apoyar “medidas” sin la consideración amplia y rigurosa de elementos esenciales para la correcta y pertinente implementación de tales medidas; de allí que, sea necesaria la revisión crítica de algunos de los aspectos controversiales, para ello, se considera valioso la opinión de analistas de reconocida experiencia profesionalismo, de modo que Francisco Allen, de datanálisis analiza así el posible recorte de la jornada: "se habla de una reducción de 8 a 6 horas laborables. Si ello se extrapola al PIB, podríamos hablar de una merma de 25% en la capacidad de generarlo, a menos que se estimule incrementos de productividad, que más bien se alejan con la nueva legislación o se contraten nuevos trabajadores para compensar la merma, lo cual, además del sustancial incremento de costos, se complica en un país con baja disponibilidad de mano de obra calificada, lo que condena la capacidad de crecimiento". He allí un panorama no favorable en un corto o mediano plazo.
No obstante, es insoslayable que a simple vista desde la óptica del trabajador, ésta propuesta podría lucirle atractiva: ¿quién no quiere ganar más por menos?, pero lo importante es tener la conciencia de que ello durará hasta que la afectación de sus fuentes de empleo hagan imposible el sostenimiento de su trabajo y salario y se vean coartadas las posibilidades de absorción de sus hijos y/o allegados al mercado laboral.
En relación a la retroactividad de las prestaciones, este es un tema ampliamente discutido en el pasado. El país quedó claro que su aplicación resultaba insostenible dadas las condiciones de inversión y baja productividad. Pero su oferta de regreso, en el medio de una fuerte inflación, puede resultar popular, aunque termine impidiendo a las empresas incrementar nómina en el futuro y estimule el crecimiento de los precios para poder honrar la cobertura de sus pasivos laborales, de allí que el panorama que se pinte en ésta dimensión es: pocos con relativamente buen ingreso por concepto de prestaciones y muchos “pasando trabajo” y sufriendo el impacto de una alta inflación.
Por otra parte, la creación del fondo nacional monopólico de prestaciones sociales es una barbaridad, dada la amplia data de mala administración que han tenido los gobernantes  de antes y de ahora; basta ver cómo los trabajadores salieron corriendo a retirar sus prestaciones apenas se anunció la posibilidad de esta medida. Pocos quieren que su dinero pase a un fondo "sin fondo", administrado a discreción por el Gobierno. En éste caso, quienes defienden a ultranza tal postura, serán quienes recibirán el dinero de los otros para “administrarlo”, en un sistema “controlado" que pretende decidir cuándo le conviene al trabajador disponer de sus prestaciones y cuándo no.
Finalmente, la inamovilidad es una medida que desestimula la contratación, debido a que la inflexibilidad les impediría reducir la nómina si en el futuro se ve comprometida su viabilidad financiera. Pero además se limita el poder de negociación de las empresas, creando un desbalance que afecta la productividad. De tal manera que, aún cuando se nos pinte de color de rosa, en un año electoral,  una promesa populista puede resultar atractiva, en el manejo del discurso todo beneficio es posible y todos los sueños se harán realidad, no obstante, conviene estar atentos a las decisiones e implementaciones, no vaya a ser que terminemos levantando la mano en apoyo a nuestra propia crucifixión.  María A. Terán


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